Hace dos semanas había evento en Mérida, concretamente en la Hacienda Temozon, una antigua Hacienda restaurada y convertida en un hotel de lujo, en medio de la selva maya, no se me ocurre una fusión mejor.
Estuve solamente tres días, pero los disfruté tanto que parece que me fui un mes entero de vacaciones. Desde que llegue me di cuenta del silencio y la paz que había en aquel lugar. Era el sitio perfecto para ir a relajarse y a recargar toda la energía que había perdido en las últimas semanas.
El primer día no había invitados así que pudo disfrutar al 200% de la Hacienda. Me pasé el día casi sin ver a nadie, sin ruido, sin distracciones...nada mas la naturaleza y yo :)
La Hacienda
Mi habitación :)
Esa piscina maravillosa!!
Al final del recorrido llegamos hasta, lo que bajo mi punto de vista, era lo mejor de todo el Hotel...un cenote convertido en spa. Gracias a Reto, el Gerente del Spa, un suizo que llevaba 20 años en México entendí la magia de los cenotes. Como hay muchas historias y leyendas que dicen que cada una de esas cuevas llenas de agua están conectadas entre si, y que finalmente todas van a dar al mar Caribe.
Sus palabras, sus vivencias y esa vibra especial que sólo algunas personas tienen, me hicieron pensar y me inspiraron a ver algunas cosas de la vida de una forma diferente...gracias Reto :)
Había magia dentro de ese cenote
Antes de la cena decidí relajarme un rato en la bañera que tenía en mi terraza. Uno de los momentos mas especiales del viaje.
A la noche, la cena fue increíble en los jardines de la Hacienda y a la mañana siguiente, como última actividad, hubo un espectáculo de Cochinita Pibil, el platillo más típico de Yucatán.
Era precioso como habían montado todo, de picnic improvisado y el esfuerzo de todos los cocineros por que la comida fuera perfecta. Delicioso todo!!
Eternamente agradecida Temozón!!
Os mando muchos besos llenos de paz y nos vemos pronto...ahora si que muy pronto ;)
"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas"
Pablo Neruda
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