¡Puente en el Rancho! Y es que no se puede decir que has vivido en México si no has ido a un rancho auténtico, de esos que siempre habías imaginado mientras veías la telenovela de Pasión de Gavilanes.
Tuvimos la suerte de que la familia de Juan tenía uno como a 30km de Valle de Bravo y nos invitó a pasar el puente de la independencia. Rancho mexicano + fiesta por la independencia de México...¿hay algo más cliché? Imposible.
Me lo pasé como una niña, y es que aunque siempre he sido más de ciudad que de campo, se agradece muchísimo pasar tres días en medio del campo, rodeada de montañas y con un montón de animales corriendo a tu alrededor.
La familia un encanto, y nos trató como si fuésemos uno más de ellos. Cocinaban de lujo, así que quiero calcular otro par de kilos en los tres días que pasamos allí.
Salimos del DF el sábado temprano, por lo que a eso de las once ya estábamos allí. Aprovechando que la lluvia dio un respiro, nos fuimos a un pequeño ruedo que tenían a montar a caballo. Yo en principio no quería, pero acabaron convenciéndome...error!! Y es que la primera idea es la que vale, nunca he sido yo muy amiga de los animales y menos si vas encima de ellos sin ningún tipo de protección. Iñaki y Carlos se montaron los primeros y vi al caballito tan tranquilo dando el paseo, que me dije a mi misma 'esto no puede tener mayor complicación...' me equivocaba, si la tenía. No me preguntéis porqué, pero fue montarme yo y al caballo le dio por caminar hacia atrás en vez de hacia delante, ya veis...caprichos del destino. Di una vuelta, por orgullo y vergüenza no por otra cosa, sin que el hombre encargado de aquello se separase de mi caballo y me baje. Debut y despedida, porque obviamente en los siguientes dos días no volví ni a tocar al caballito.
El resto del sábado lo pasamos entre partidas de domino y paseos por las campas.
El domingo decidimos ir de excursión a Valle de Bravo. El pueblo era pequeñito pero muy bonito. El problema fue que no paró de llover en todo el día y no lo pudimos apreciar tan bien como nos hubiese gustado.
Y esa noche era la celebración de la independencia, así que un no parar de comida típica: pozole, chiles en nogada y tamales. Hasta la mesa y el mantel iban a conjunto con la celebración.
El lunes solo estuvimos en el rancho por la mañana. Dimos un último paseo por los establos y las campas, mientras jugábamos con el perrito. Nuestro Parche!!
A la hora de la comida volvimos al jaleo, el humo, los coches y el estrés del DF. Fue bonito mientras duro, muy bonito :)
Se va el verano y empieza el otoño, pero en México parece que es al revés. Cada día llueve menos y ya vemos el cielo azul con el solecito y el calor...que ganas :)
Besos para todos!
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