Hay veces que no hace falta irse a la otra punta del mundo para descubrir rincones mágicos y sorprendentes. Este es uno de esos casos. A unos 130km del DF se encuentran Puebla y Cholula, dos lugares que no cuentan con la fama que tiene, por ejemplo, Cancún pero que pueden ser igual de apasionantes.
Magia. Esa es la palabra perfecta para describir este último fin de semana. El lugar, la compañía, el ambiente, la gente, el colorido...todo fue perfecto!
El sábado a la mañana llegamos a Puebla, dejamos las cosas en el hotel y nos propusimos conocer cada rincón. Aquí esta la prueba.
La catedral y el Zócalo
Millones de Katrinas por todos los lados
Marionetas de los Simpsons, Mickey Mouse y...el Chavo del 8, que recuerdos!
Y los siete enanitos :)
El barrio del artista fue la zona que más me gusto de Puebla. Con su
mercado artesanal te hacia sentir como en los años sesenta. Un placer la
amabilidad de la gente que te invitaba una y otra vez a pasar para
poder ver todos los productos que realizan con un material que se llama
talavera. Una mezcla entre diferentes barros. Precioso.
Dispuesta a llevarme todo a casa, jeje!
Y mas lugares...
Tras una rica cena en un restaurante italiano, nos fuimos a tomar algo a una terraza. Gran acierto, sobretodo por las vistas que tenía el lugar.
El domingo nos esperaba Cholula. Por un momento hasta se nos paso por la cabeza no ir, ya que tampoco habíamos planeado nada, pero al final y acertadamente decidimos montarnos en un pesero y ver que nos esperaba allí. Otra sorpresa más que añadir a la lista. Un zócalo lleno de colores vistosos (que me gusta a mi un color alegre, jeje) Una gastronomía variada que incluía hasta chapulines, ñamm! Y una pirámide gigante...que no se ve. Repito lo que dije al principio...lugares mágicos.
Gran presentación de la ciudad
Variedad de pipas y frutos secos. Un aviso para los despistados...lo que se ve abajo a la izquierda no son pipas demasiado tostadas son chapulines, o lo que es lo mismo saltamontes! (Me compre una bolsita y debo confesar que están buenos)
El Zócalo
Después de comer, y a pesar del calor que hacía, nos fuimos a la zona arqueológica donde esperábamos ansiosamente ver la pirámide. Por el camino vi la cabaña con la que todo niño ha soñado. Me recordó mucho a aquella con la que Punky Brewster soñó y quiso construir al día siguiente en el árbol. Yo también soñé muchas veces con una así. Finalmente con casi 25 años vi el sueño hecho realidad...una pena que no fuese mía para haberme subido :)
Cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar a la pirámide no había pirámide. Imaginaros nuestras caras después de haber llegado hasta allí. Resulta que la base de la pirámide, que es la mas grande del mundo, quedó hundida hace cientos de años y por lo tanto en vez de visitar la pirámide por fuera, se visita por dentro.
Interior de los pasadizos
Una vez fuera de la pirámide se abría toda una explanada de campo y zonas verdes. Esto en Euskadi puede parecer lo mas normal del mundo, pero cuando vives en un sitio como el DF rodeada de asfalto, coches y humo se aprecia muchísimo.
Saltando y corriendo como niños
Y esto es lo que queda aun a la vista de la gran pirámide
Y hasta aquí llega este maravilloso fin de semana.
Os mando muchísimos besos a todos y que cada vez queda menos para vernos =)
"La felicidad no se produce por grandes golpes de fortuna, que ocurre raras veces, sino por pequeñas ventajas que ocurren todos los días."
B. Franklin